El desarrollo de software es un proceso complejo que puede abordarse de diferentes maneras. Dos de las metodologías más populares y ampliamente utilizadas son el Desarrollo Ágil y el Desarrollo en Cascada. Ambas tienen enfoques, estructuras y principios únicos que las hacen adecuadas para diferentes tipos de proyectos. En este artículo, exploraremos las diferencias clave entre estas dos metodologías para ayudar a los equipos de desarrollo a elegir la que mejor se adapte a sus necesidades.
El desarrollo en cascada (o "Waterfall" en inglés) es una metodología tradicional que sigue un enfoque lineal y secuencial. El proyecto se divide en fases bien definidas, y cada fase debe completarse antes de pasar a la siguiente. Las fases típicas en un modelo en cascada son:
1. Requisitos: Se recogen y documentan todos los requisitos del proyecto.
2. Diseño: Se realiza un diseño detallado del sistema basado en los requisitos.
3. Desarrollo: Se codifica el software siguiendo el diseño.
4. Pruebas: Se prueba el software para identificar errores y garantizar que cumple con los requisitos.
5. Implementación: El software se entrega al cliente o se pone en producción.
6. Mantenimiento: Se gestionan errores y actualizaciones tras el lanzamiento.
Este enfoque implica que una vez que se completa una fase, es difícil volver atrás para hacer cambios sin afectar a todo el proceso.
El desarrollo ágil se basa en ciclos cortos e iterativos, llamados sprints, que suelen durar entre 1 y 4 semanas. Cada sprint incluye planificación, desarrollo, pruebas y entrega de una parte funcional del producto. El equipo trabaja de manera flexible y está preparado para adaptarse a los cambios en los requisitos en cualquier momento del proceso.
Algunas de las metodologías ágiles más conocidas son Scrum, Kanban y Extreme Programming (XP), cada una con su propio conjunto de prácticas y normas, pero todas comparten el principio de iteración y adaptación.
El desarrollo en cascada es muy poco flexible. Debido a su estructura lineal, todos los requisitos deben definirse claramente al comienzo del proyecto. Una vez que se completa una fase, hacer cambios puede ser costoso y complicado. Esto puede ser problemático en proyectos donde los requisitos cambian con frecuencia o no están completamente claros desde el inicio.
El desarrollo ágil es altamente flexible y se adapta fácilmente a los cambios de requisitos. Los equipos ágiles trabajan en colaboración constante con los stakeholders (partes interesadas), lo que permite ajustes continuos a medida que el proyecto avanza. Dado que el trabajo se realiza en iteraciones cortas, es posible revaluar y modificar el enfoque en función del feedback recibido al final de cada sprint.
En la metodología en cascada, la participación del cliente suele ser limitada. El cliente proporciona sus requisitos al inicio del proyecto y, una vez que comienza el proceso de desarrollo, tiene poca o ninguna intervención hasta que el producto final está listo para ser entregado. Esto puede llevar a malentendidos sobre las expectativas y a la necesidad de realizar cambios significativos una vez que el producto esté casi completo.
El desarrollo ágil requiere la colaboración continua del cliente. Los clientes o usuarios finales suelen estar involucrados en cada sprint, proporcionando feedback sobre el progreso y asegurando que el producto se ajuste a sus necesidades. Esta retroalimentación constante permite que el producto final sea más alineado con las expectativas del cliente y reduce el riesgo de malentendidos.
El desarrollo en cascada requiere una planificación y documentación extensa al comienzo del proyecto. Se realiza un plan de proyecto detallado que abarca todo el ciclo de vida del software. Los requisitos, diseños y pruebas están completamente documentados antes de que comience el desarrollo. Este enfoque puede ser útil para proyectos grandes y bien definidos donde los cambios son poco probables.
En la metodología ágil, la planificación es más adaptativa. En lugar de crear un plan detallado para todo el proyecto, los equipos ágiles planifican de manera incremental, sprint por sprint. La documentación no es tan extensa como en el enfoque en cascada, ya que el equipo se centra más en entregar software funcional que en crear documentos detallados.
El enfoque en cascada generalmente solo permite una entrega final al final del ciclo de desarrollo, una vez que todas las fases se han completado. Esto significa que el cliente no puede ver ni probar el producto hasta el final, lo que puede llevar a sorpresas si el producto no cumple con sus expectativas.
En la metodología ágil, el producto se desarrolla y se entrega de manera incremental. Cada sprint entrega una parte funcional del producto, lo que permite que los clientes vean y prueben el software desde las primeras etapas del proyecto. Esto asegura que el producto evoluciona conforme a las necesidades del cliente y reduce el riesgo de errores o malentendidos significativos.
Debido a su naturaleza lineal, la gestión de riesgos en la metodología en cascada puede ser más difícil. Los problemas que surgen en fases avanzadas del proyecto pueden requerir cambios significativos en fases anteriores, lo que lleva a retrasos y sobrecostos. Si los requisitos no se entienden completamente al inicio, puede ser difícil ajustar el enfoque más adelante.
El enfoque ágil permite una mejor gestión de riesgos, ya que los problemas pueden identificarse y abordarse rápidamente gracias a la retroalimentación continua y a los ciclos de desarrollo cortos. El equipo puede adaptarse a los cambios o problemas imprevistos sin tener que rehacer grandes partes del proyecto.
Tanto el desarrollo ágil como el desarrollo en cascada tienen ventajas y desventajas, y la elección de una u otra metodología depende en gran medida del tipo de proyecto y del entorno en el que se esté trabajando.
La clave está en evaluar las necesidades específicas del proyecto y seleccionar la metodología que mejor se alinee con esos objetivos.
Jorge García
Fullstack developer